Escrita el 1/27/2020 1:16:00 AM
Nada limita un régimen de ejercicios como beber enormes cantidades de alcohol. Aquí te contamos por qué y cómo evitarlo con la ayuda de una nutricionista
Pese a ser proveedoras del Dry January epónimo, muchas de nosotras necesitamos de alguna razón y de algo pegadizo para seguir adelante, en especial ahora que estamos a mitad del recorrido. Por hoy os dejamos con esto: evitar el alcohol es inequívocamente algo positivo cuando de tu salud se trata, y permite que tu cuerpo recoja los frutos de cada rutina de ejercicio que lleves a cabo.
El conocimiento es poder, así que a continuación la nutricionista Caroline Wilson, de la marca de salud y nutrición Kitchenistic, revela las cinco maneras en las que el alcohol afecta a nuestra rutina de ejercicio:
Cuando la piel se asemeja al Sáhara, puedes dar por hecho que los mojitos de anoche se cebaron contigo. “El alcohol es un diurético y drena la humedad del cuerpo”. Dice Wilson, añadiendo que el 90% de los síntomas de la resaca son un resultado directo de la deshidratación. El agua es clave para mantener nuestra salud a punto (eso no es noticia) pero además ayuda a regular la temperatura del cuerpo, lo que puede hacer que ejercitarse resulte más complicado.
“Si tienes alcohol en tu sistema, tus pulsaciones aumentarán más rápido de lo habitual y la temperatura de tu cuerpo aumentará considerablemente, haciendo que el ejercicio resulte más incómodo. También sudarás más de lo habitual, lo que deshidratará tu cuerpo aún más”. Cuando bebas trata de alternar tu bebida alcohólica con un vaso de agua; no impedirá la deshidratación pero ayudará a reducirla.
El ácido láctico (culpable de los calambres) se acumula cuando bebemos bebidas fuertes, lo que significa que es mucho más probable que experimentes algunos episodios dolorosos durante el ejercicio. “Otras consecuencias inevitables son la fatiga muscular y la falta de hormonas del crecimiento, que son vitales tanto para desarrollar el músculo como para repararlo”, dice Wilson. “Si bebes constantemente, tu tiempo de recuperación tras tu rutina de ejercicio será un período largo y te será muy difícil desarrollar tus músculos en general".
“El alcohol suele estar cargado de azúcar y cuando un producto alimenticio contiene una carga glucémica así de elevada, este se transforma rápidamente en glucosa una vez digerido”, dice Wilson. Este aumento repentino significa que el cuerpo sufre de inflamación, lo que puede conducir a la retención de líquidos, hinchazón y la fatiga una vez vuelve a descender. “Mi recomendación es evitar los vinos, los cócteles o las bebidas con siropes si tienes pensado hacer ejercicio en los días posteriores; están llenos de azúcar y afectarán enormemente a tu rutina de ejercicios”.
Debido al estrés que provoca el alcohol en nuestro sistema digestivo, el estómago y los intestinos se vuelven perezosos: “cuando las secreciones digestivas holgazanean, la velocidad a la que el cuerpo absorbe los nutrientes también desciende, lo que hace que el metabolismo se ralentice”. Wilson recomienda optar por alimentos ricos en nutrientes (como los frutos secos y las verduras de hoja verde oscuro) antes de consumir alcohol para ayudar a que el sistema digestivo funcione lo mejor posible. Ayudará a limitar los efectos en el metabolismo.
El día después de haber tomado unas copas a menudo trae consigo un torrente de antojos de comidas grasientas, de ahí nuestro conocido amor por desayunar algo frito. “El alcohol ayuda a que aumente repentinamente un químico en nuestro cerebro llamado galanina que hace que se nos antojen las comidas grasientas”. La sensación de aletargamiento y una dieta falta en nutrientes son muestras de que nuestros cuerpos no están recibiendo el combustible adecuado y hacer ejercicio se nos hará duro.