Escrita el 24/10/2019 10:52:00 a.m.
Además del gasto energético basal, una nueva investigación concluye que el recambio de lípidos en el tejido adiposo disminuye durante el envejecimiento y facilita el aumento de peso.
Es un proceso inexorable. Cada vez existen más evidencias científicas que explican por qué con el paso de los años tendemos a engordar cada vez más, en ocasiones, incluso con independencia de la dieta o del ejercicio físico. Aunque a la postre ambos sean mecanismos que nos ayuden a combatir la ganancia de peso.
Una de las explicaciones que manejaba la ciencia hasta la fecha es la referente al gasto energético basal o gasto energético en reposo, es decir, la energía que gasta el organismo en mantener las funciones vitales básicas, que se reduce paulatinamente conforme cumplimos años. De hecho, una vez que concluye la fase de crecimiento, el gasto energético en reposo disminuye aproximadamente un 5 por ciento por cada década y a partir de los 50 años, aproximadamente un 10 por ciento durante el mismo periodo de tiempo.
Ahora, una investigación a cargo de científicos del Instituto Karolinska (Suecia) concluye que el recambio de lípidos en el tejido adiposo disminuye durante el envejecimiento y facilita el aumento de peso incluso si no comemos más o no hacemos tanto ejercicio.
El trabajo, publicado en la revista 'Nature Medicine', consistió en el estudio de las células grasas en 54 hombres y mujeres durante un período promedio de 13 años. En ese tiempo, todos los sujetos, independientemente de si ganaron o perdieron peso, mostraron disminuciones en el recambio de lípidos en el tejido adiposo, que es la velocidad a la que se eliminan y almacenan los lípidos (o grasas) en las células adiposas.
Y los resultados de la investigación indican que quienes no compensaron ese proceso comiendo menos calorías aumentaron de peso en un promedio del 20 por ciento. El estudio también tuvo en cuenta la renovación de lípidos en 41 mujeres que se sometieron a cirugía bariátrica y cómo la tasa de renovación de lípidos afectó a su capacidad para mantener el peso de cuatro a siete años después de la cirugía. Y en este caso, solo aquellas que tenían una tasa baja antes de la cirugía lograron aumentar su volumen de lípidos y mantener su pérdida de peso.
Además, los investigadores también atribuyen una importancia capital tanto al control de la dieta para compensar la disminuciones en el recambio de lípidos en el tejido adiposo como al ejercicio físico, que se ha mostrado eficaz como forma de acelerar ese recambio de lípidos.